El actual inmueble del Ayuntamiento de Granada, ubicado en la céntrica plaza del Carmen, constituye un interesante edificio que ha pasado a lo largo del tiempo por diversas vicisitudes históricas y transformaciones de su fábrica. Su origen está ligado, a la orden conventual del Carmen Calzado, cuyo establecimiento en la ciudad se produjo en 1552. La construcción conventual y su iglesia fueron levantadas entre finales del siglo XVI y el primer tercio del XVII.
Tras su desamortización, la iglesia fue demolida a partir de 1837, aprovechándose sus materiales en las primeras, aunque pronto interrumpidas, obras del embovedado. En cuanto al convento, fue cedido en 1848 por el Estado al Ayuntamiento con el fin de trasladar a él las Casas del Cabildo. .
En ese mismo año, se iniciaron las obras de reforma del edificio, llevadas a cabo entre 1858 y 1861 conforme a los proyecto diseñados por los arquitectos de ciudad Juan Pugnaire, responsable de la nueva fachada exterior, y Santiago Baglietto, dedicado a la adaptación del interior. A comienzos del siglo XX, el arquitecto municipal Modesto Cendoya dirigió la remodelación de la fachada, conforme a su diseño actual, y construyó la escalera monumental de acceso a la planta noble. Más tarde, en 1920, el arquitecto Ángel Casas realizó importantes intervenciones de acondicionamiento interior; y, en 1935, Miguel Castillo Moreno intervino en el solar de la derruida iglesia para la ampliación de las dependencias municipales hacia la calle Lepanto.
Las últimas obras de acondicionamiento del edificio han consistido en la restauración del claustro que, realizada en 1990 por el arquitecto Ignacio Garate Rojas, buscaba devolverle en parte su aspecto conventual primigenio; así como en las reformas emprendidas más recientemente, en 2002, en la fachada, cuyo conjunto ha sido pintado con un tono gris claro, utilizándose uno más oscuro para resaltar los detalles arquitectónicos.
En ese mismo año, se iniciaron las obras de reforma del edificio, llevadas a cabo entre 1858 y 1861 conforme a los proyecto diseñados por los arquitectos de ciudad Juan Pugnaire, responsable de la nueva fachada exterior, y Santiago Baglietto, dedicado a la adaptación del interior. A comienzos del siglo XX, el arquitecto municipal Modesto Cendoya dirigió la remodelación de la fachada, conforme a su diseño actual, y construyó la escalera monumental de acceso a la planta noble. Más tarde, en 1920, el arquitecto Ángel Casas realizó importantes intervenciones de acondicionamiento interior; y, en 1935, Miguel Castillo Moreno intervino en el solar de la derruida iglesia para la ampliación de las dependencias municipales hacia la calle Lepanto.
Las últimas obras de acondicionamiento del edificio han consistido en la restauración del claustro que, realizada en 1990 por el arquitecto Ignacio Garate Rojas, buscaba devolverle en parte su aspecto conventual primigenio; así como en las reformas emprendidas más recientemente, en 2002, en la fachada, cuyo conjunto ha sido pintado con un tono gris claro, utilizándose uno más oscuro para resaltar los detalles arquitectónicos.

